VOLVER A PROYECTAR

DSC09041.JPGTras muchos meses sin escribir sobre arquitectura y sobre emociones, hoy vuelvo a sentir la necesidad de hacerlo. Sobre eso reflexioné  durante años hasta que el protagonismo de mis textos lo tomaron mis experiencias en Qatar. Conté incluso sobre amor y desamor, historias en Oriente Medio.

Uno de mis amigos en Qatar comenta que quiere volver a España. No sé si será el tema habitual a mi alrededor o quizá, por tener yo en mente el hecho de regresar pronto, puede que preste más atención a quienes también lo planean.

El caso es que quiere volver y piensa sobre qué hacer con su vida en la nueva etapa. Parece que el proyecto pasa por construir una casa en el Pirineo Aragonés, una casa rodeada de naturaleza y de la tranquilidad que aporta un entorno rural, un futuro donde reinen la calma y la paz que quiere materializar con su vivienda.

Por un momento recuerdo la que fue mi profesión en España y nos lanzamos a estudiar su proyecto entre copas de vino y las opiniones y sugerencias de los otros amigos. A pesar del hastío que mi profesión me produce actualmente, me ilusiono y recupero el entusiasmo de las dos etapas que a mí más me gustaban, o mejor dicho, de las únicas. Una, escuchar al cliente, descubrir cuál es su sueño, empatizar con él para entender bien lo que busca, así como informarlo a partir de mis conocimientos. La otra parte es trazar las primeras líneas, pensar en la distribución. La posición de la escalera es fundamental. Espacios, proporciones, relaciones con el exterior, volumen de la nueva vivienda… ¡Esto sí que me interesa!

Entonces me involucro en el nuevo proyecto. O mejor dicho, es él quien me atrapa a mí. Como un juego, por el placer de proyectar. Quizá mi amigo se compre la casa hecha, cambie de idea o consiga una parcela para la que no nos sirvan estos planos. No estoy teniendo en cuenta temas de orientación, ni geografía, ni paisaje, los bocetos son puramente especulativos, pero disfruto con la idea. Recuerdo, incluso, que mi profesión es hermosa.

 

Y después de este momento de venirme arriba como arquitecta, vuelvo a pensar en el concepto de la casa de los sueños. Casi todo el mundo piensa en una, en un hogar físico donde poder vivir un futuro ideal, la casa será el lugar donde materializarlo.

Y a mí sigue sin sucederme. No sueño con una casa.

No me veo en ninguna parte. Y al mismo tiempo podría estar casi en cualquiera. Aunque me gusta España y aunque echo de menos a los míos, no siento raíces fuertes e imagino un futuro por aquí y por allí. Si me preguntaran dónde me gustaría vivir el resto de mi vida, no sabría qué contestar. Después de pasar una temporada en España para descansar, me imagino trabajando en algún país de Europa Occidental y después… ¿quién sabe? Pero no imagino la casa de mis sueños. Tampoco un lugar “para siempre”.

Yo no la imagino, pero dime… ¿sueñas tú con ese lugar ideal? ¿Imaginas la casa donde vivir tu futuro? ¿Cómo es? ¿Vas a trazar un plan para conseguirla? Quizá… ¿ya vives en ella?

2 comentarios

  1. Como siempre me encantan tus entradas. La casa de mis sueños está siempre en un lugar tranquilo y rodeada de naturaleza como la de tu amigo, pero termina igualmente siendo siempre la casa de descanso, de recuperación o de inspiración. La casa del día día tiene que estar en la ciudad, donde la gente vive, donde la gente intercambia con ella y con otros que la viven. Como no puedo mezclar los beneficios de las dos, tendré que tener dos 🙂 Soñar es muy económico!!

  2. Muchas gracias, Yanelis 🙂

    A mí me pasa también, me imagino unas veces retirada, en un espacio con poca gente, centrada en mi interior y descansando el alma. Seguramente, en la naturaleza. Otras veces necesito estar rodeada de personas, «hacia fuera», estado sociable. No me imagino prescindiendo de una de las dos.
    Qué razón tienes, sería estupendo combinarlo con dos casas, y que no estuvieran lejos, jeje.

    Un abrazo,
    Geles

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