Archivos del mes: 28 abril 2011

Reflexiones…

      Ayer estuve en casa de mi amiga Tere. Teresa y Miguel me encargaron el proyecto para su vivienda y fueron mis clientes. Después nuestra vinculación se fue haciendo cada vez más personal. Es algo que me encanta de mi profesión: la implicación cliente-arquitecto. Para poder proyectar necesito saber cómo viven las personas que van a habitar los espacios que yo diseñe. En ocasiones me cuentan aspectos íntimos de sus vidas y de sus relaciones y, además, comparto con ellos la ilusión que supone hacerse una casa, con toda esa mezcla de emociones que conlleva: alegría, entusiasmo, inquietud, contento, etc. Y es en ese transcurso donde surgen lazos entre mis clientes y yo. Pues bien, así sucedió con Teresa. De vez en cuando voy a visitarla y disfruto de momentos realmente de calidad, en primer lugar por la compañía y segundo, por el entorno. Vive a unos pocos kilómetros de Vilamarxant, en la montaña, inmersa completamente en la naturaleza. Pero eso no es todo… la casa es de madera.

      Recuerdo que en segundo curso de carrera un profesor nos contó en una clase el cuento de los tres cerditos. Completo, nos dijo que nos iba a narrar una historia y ésta era la de tres cochinitos que construían sus viviendas con diferentes materiales y obtenían distintos resultados a la llegada del lobo. Es posible que todos tengamos en nuestra mente el paradigma de cómo funcionan los materiales y por tanto los españoles conservemos esta tradición de construir con materiales pétreos. Pues sí, ladrillos, cemento y hormigón resisten a los soplidos de los feroces y además no arden. Pero existen muchos materiales que también aguantan y que tampoco arden, como ciertas maderas tratadas. Pero hoy no me disponía a hablar de las características físicas o resistentes de los materiales sino de las características emocionales.

      Amigo, quiero que cierres los ojos y que te visualices en un espacio interior. Imagina que es el salón de tu casa, o una consulta a la que acudes, o la oficina donde trabajas. No serán lugares reales, sino imaginarios. Hoy tú vas a ser arquitecto y vas a proyectar espacios en tu pensamiento. Me gustaría que te ubicases mentalmente en ese lugar. El suelo es de madera, tipo parquet; las paredes son de piedra, pero no de baldosas pulidas, sino de lajas irregulares o de mampostería vista; las carpinterías son de madera; el techo está revestido por lamas de madera; hay plantas y flores en varios puntos; los muebles son de materiales naturales y una de las paredes, la más grande es una gran cristalera que vuelca a un jardín frondoso con grandes árboles. Este es el contexto en el que me gustaría que te ubicaras. No tiene porqué ser exactamente como yo lo he descrito, lo esencial es que los materiales sean naturales y estén poco tratados. Ahora, cierra los ojos y reproduce este espacio que te envuelve. Recréate en él y observa cómo te sientes.

      Gracias por ayudarme con este experimento. Ahora viene la segunda parte. También te tienes que situar en un espacio interior. Esta vez el pavimento será de hormigón visto, las paredes de baldosas cerámicas absolutamente pulidas; está decorada con objetos “de diseño”; el techo estará formado por placas desmontables; los muebles serán metálicos y de vidrio. A través del ventanal que ocupa toda la pared podemos ver un suelo de hormigón impreso y se observan, desde donde tú estás, muchos edificios, es posible que algún rascacielos. Cierra los ojos e imagínate en ese espacio. Tú eliges cómo es, eso sí, los materiales son muy artificiales y tratados.

      No te voy a pedir más visualizaciones por hoy. Gracias por haber jugado conmigo. Te quiero hacer una pregunta: ¿cómo te has sentido en cada uno de los casos? El objetivo era experimentar en el primero y añorar en el segundo una sensación de calidez, de bienestar, al sentirnos rodeados de materiales naturales, como me sucede cuando estoy en casa de Teresa. Durante miles y miles, y miles de años el ser humano ha vivido en un entorno natural, por eso nos sentimos tan cómodos. Los materiales pulidos, tratados, abrillantados, etc. son nuevos desde el punto de vista evolucionista. A nuestros genes no les ha dado tiempo a adaptarse. Por eso sentimos esa sensación de paz cuando estamos en un bosque o en una playa. Son nuestros hábitats naturales. El ser humano todavía no se ha adaptado a vivir en habitáculos superpuestos dentro de edificios, llamados pisos, ni a los sonidos de la urbe, ni a los suelos asfaltados. Por eso nos sentimos tan bien en la naturaleza. Por eso nos encontramos tan a gusto en los espacios que nos recuerdan a la naturaleza.

      Antes de despedirme quiero darte las gracias por haberme acompañado hasta el final, especialmente, si has hecho la práctica. Creo que a través de la arquitectura (aunque sea en la imaginación) podemos contemplar cómo experimentamos determinadas emociones. Y cuando te encuentres de verdad en un entorno natural, disfrútalo, toma conciencia de lo que te transmite. Y alégrate por tener esta oportunidad.

Hola amig@

Hola, mi nombre es Geles y he decidido crear este blog para unir mis dos pasiones: la arquitectura y las personas. La primera es mi profesión ¡y me encanta! La segunda es lo más importante en la vida. Soy una apasionada de la psicología positiva y de la inteligencia emocional. No puedo imaginar que haya algo más importante que las personas, el ser humano es fascinante. Lo es cada uno y lo son las relaciones que surgen entre nosotros, entre los grupos de personas…

Hace años me di cuenta de que existe un vínculo muy fuerte entre las construcciones y la forma de habitarlas, la forma de vivirlas. Los arquitectos nos dedicamos a diseñar viviendas, edificios públicos, ciudades… Creamos espacios donde se desarrollarán relaciones entre personas, lugares donde alguien sentirá unas sensaciones. Cuando se termina la construcción de una vivienda comienza la construcción de un hogar. Y es que quienes lo habitan lo van a impregnar con su esencia, con su decoración, ¡incluso con su aroma! La arquitectura no se concluye cuando se emite un certificado final de obra. ¡La arquitectura está viva!

Todos hemos experimentado sensaciones diferentes en distintos espacios. Una sala puede producirnos -consciente o inconscientemente- diversas emociones. No podemos dejar al azar la elección de las proporciones, los materiales, los colores, el mobiliario, etc. Y lo mismo sucede a nivel de urbanismo y de paisajismo. A modo de ejemplo, imaginemos un paseo por un jardín reticular, con caminos rectos y bien marcados, con vegetación geométrica, con límites definidos y lleno de líneas rectas y ángulos de noventa grados. Cierra los ojos e imagínate cómo sería el paseo. Ahora visualízate caminando por un paisaje con un aspecto natural (aunque tenga diseñado hasta el último centímetro cuadrado). Como los parques anglosajones, con grandes superficies verdes, con líneas curvas y límites poco definidos; con charcas de agua que, por su imagen, podría haber creado la propia naturaleza. ¿Te das cuenta de la diferencia simplemente con pensarlo?

Me gustaría ir reflexionando sobre cómo la arquitectura influye en nuestros estados emocionales; sobre qué espacios nos hacen sentirnos mejor desde el punto de vista evolutivo; de porqué distintas culturas crean distintas construcciones… ¿o en realidad son todas parecidas?; de cómo distintas instituciones han utilizado estos recursos a lo largo de la historia.

Así que si te apetece acompañarme en este camino, ¡eres bienvenid@!