Antes de un proyecto…

El pasado jueves quedé con una chica que quiere hacerse una casa. No la conocía y nos dimos cita en el solar donde se llevará a cabo la construcción. Este primer encuentro es una reunión muy especial. El arquitecto debe visitar el solar y hacerle una entrevista al cliente para ver qué es lo que quiere. En realidad esa primera reunión es mucho más: es descubrir una persona.

Llegué un cuarto de hora antes para pasearme por la calle donde se ubica el terreno. Para impregnarme de sensaciones, ver el contexto… escucharlo… ¡sentirlo! Intento percibir todo lo que es capaz de irradiar un lugar, tomar nota de algo que siempre hacemos de forma inconsciente. En este caso era una calle tranquila, cercana a la zona céntrica del pueblo en el que se halla. Sin muchos ruidos, sin mucho tráfico. Con la sensación de ser una zona en que todos los vecinos se conocen y se saludan, a pesar de estar en un municipio grande. En esta fase previa al proyecto, recuerdo los consejos de un profesor, que nos advertía de la importancia del nombre de las calles. Si, por ejemplo, encontramos una calle llamada La Rabla, tengamos cuidado con el agua. No era el caso, pues la calle en cuestión hacía homenaje a un fraile franciscano.

Pues bien, después de retener todas esas impresiones, llegó la chica que poseía una parcela y la ilusión de hacerse una casa. Visitamos juntas el solar, en el que todavía quedaban restos de una vieja casa que se va a derribar en breve. Me contó dónde daba el sol en cada momento del día y otras cuestiones sobre el lugar. Después nos sentamos a charlar en una cafetería.

¡Este es el mejor momento! Cuando descubro a la persona que hay detrás de esa cara. Es fácil, al principio te cuentan lo que desean: la distribución, la iluminación natural, la ventilación, la necesidad de hacer frente al calor del verano con el mínimo gasto en electricidad. Yo escucho y anoto en mi libreta. Y hago preguntas. Y sigo apuntando. En ese tiempo extraigo la información que me cuentan y la que no me cuentan. Me gusta saber la profesión, las inquietudes, las aficiones de las personas para las que voy a proyectar una vivienda, el lugar donde van a pasar la mayor parte de su vida, el refugio físico y emocional en el que se sentirán seguros. Su casa.

Necesito estos datos. Al igual que cuando nos hacen un traje toman las medidas de nuestro cuerpo, yo necesito saber cuáles son las de su vida. No me gusta la arquitectura prêt-â-porter, en la que un promotor decide cómo va a ser el hogar de unas familias a las que ni conoce y para ello, se guiará principalmente por parámetros económicos. Yo necesito conocer si comen en la cocina, si les gustan los espacios abiertos, o si necesitan una zona para pintar. Pero más importante aún que eso es descubrir si son personas tradicionales o modernas, si son extrovertidas o introvertidas, si son más o menos sociales, si les gusta salir, si son inquietos o si les gusta cambiar con frecuencia.

Y haciendo esa investigación suelo encontrarme con un apasionante mundo emocional en el interior de cada persona, otro dentro de cada pareja e incluso, a veces, uno propio dentro de una familia. Por suerte, ellos se sinceran conmigo. Suele ocurrir de un modo bastante fluido y me van contando mediante lo que dicen y lo que no dicen cómo son.

A lo largo de mi vida diaria trato con personas de mi entorno personal y profesional. No las analizo de una forma tan consciente, pero sí tengo la oportunidad de navegar, en mayor o menor medida, el interior de cada uno. Me resulta apasionante. Nada me fascina tanto como las personas.

7 comentarios

  1. qué maravilla! Eso es vivir con pasión y delicadeza tu trabajo. Enhorabuena.

    1. Gracias Sheila. La verdad es que mi trabajo me aporta momentos muy gratificantes. Creo que todas las profesiones tienen una parte buena, vamos a intentar ser capaces de verla y de valorarla.
      Un besito

  2. Me encanta, Geles.
    Gracias por utilizar tu sensibilidad en todo lo que haces.
    Esto tiene un valor inmenso.

    1. Gracias Diana. Yo he llegado a la conclusión de que la sensibilidad se puede educar. Creo que nosotras no nacimos así… por suerte, lo hemos aprendido. ¡Sigamos con ello!
      Un besito

  3. Muy buen post, enhorabuena 🙂

    1. Muchas gracias, me alegro de que te guste.
      Un beso

  4. […] me gustaban, o mejor dicho, de las únicas. Una, escuchar al cliente, descubrir cuál es su sueño, empatizar con él para entender bien lo que busca, así como informarlo a partir de mis conocimientos. La otra parte […]

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